Teorías conspiranoicas y redes sociales sirven de parapeto sobre el que las fake news se apoyan para agitar a la sociedad. Muchas aplicaciones de las nuevas tecnologías han visto su sentido de uso público tergiversado para soliviantar, inventar o simplemente crear bulos que, en muchas ocasiones, alcanzan una enorme relevancia.
Desde el Departamento de Psicología de la Universidad de Cambridge, un grupo de estudiantes se ha puesto manos a la obra para prevenir la proliferación de las fake news. Un proyecto al que han denominado Bad News. En él, ‘invitan’ al jugador a crear un perfil digital, desde el que dirigir trolleos y publicitar informaciones falsas, poniendo el foco en la mayor relevancia que obtenga en función del número de seguidores que alcance. El objetivo, concienciar al usuario de qué pueden ser fake news y cómo debe identificarlas, comprendiendo cómo actúan estos ‘generadores de actualidad’, qué tipo de temas son especialmente sensibles para este tipo de contenidos o cómo maniobran sus seguidores. Incluyendo las tácticas de acoso cibernético que en ocasiones se derivan de sus comportamientos.
Serious Games y “Fake news”
La idea, más allá del componente lúdico, tiene un objetivo claro, que podríamos identificar dentro de los Serious Games. Los creadores buscan visibilizar y ‘vacunar’ al jugador ante lo que serían las fake news, haciéndole consciente de los métodos que se utilizan en ellas. Apto para todas las edades, aunque hay un Bad News Younger, destinado a adolescentes, libre de contenidos que pudieran ser ofensivos para su edad. El videojuego abre así una ventana desde la tecnología para erradicar comportamientos poco recomendables desde las redes sociales, en las que existe una gran prebenda desde las que ampararse, propiciada por el anonimato, con la que distribuir bulos, montajes y falsas informaciones. Sobre todo recurriendo a temas de fuerte carga emotiva.
Además, con el fin de no quedarse sólo en la versión inglesa, el videojuego, cuyo desarrollo ha estado supervisado por Sander Van Der Linden, director del Cambridge Social Decision-Making Laboratory, se ha lanzado en otra decena de idiomas europeos (como el checo, el alemán, holandés, griego, polaco, serbio o sueco), que lo convierte en una herramienta global, como no podría ser de otra manera, para un fenómeno que se sirve de la viralidad de la red para difundir propaganda e informaciones ficticias en cualquier punto del globo.
Aprendiendo a detectar bulos
En declaraciones al diario británico The Guardian, Van der Linden reivindica el papel de Bad News. “Queremos que el público aprenda lo que hace esta gente, poniéndonos en su misma piel”, indicaba. “La idea es que cada vez que veas estas tácticas y las uses en el juego, construyas resistencia”, aseguraba. Desarrollado en colaboración con Drog, un estudio holandés conformado por periodistas, profesores y expertos en medios, Bad News abre una ventana al ‘mal’ desde la que Van der Linden, psicólogo social, confía que sirva para concienciar a la gente sobre los riesgos que conllevan estos comportamientos.
En esas misma entrevista en The Guardian, al ser preguntado sobre el ‘lado oscuro’ que puede abrir, Van der Linden se muestra optimista: “Pienso que merece la pena correr el riesgo de a cuántas personas podemos educar con esto”. Una reivindicación realizada desde una prestigiosa institución académica, que pone la ciencia, el empirismo y el conocimiento al alcance de todos en forma de videojuego y que traspasa las barreras del academicismo, en ocasiones consideradas demasiado impenetrables, para bajar a la realidad. Ahí donde Twitter, las teorías conspiranoicas, los discursos preelaborados y el anonimato permiten bajar al ‘fango’ que muchos no se atreverían a enarbolar en la vida cotidiana.