Las generaciones pasadas -y las actuales- han crecido bajo el abrigo cultural de la literatura, del cine y de la música como expresión de arte y ocio. El mundo de los videojuegos se suma a la panoplia cultural como parte del arte y narrativa del siglo XXI.
De ella nos habla Pablo Medina, profesor en la Universidad Francisco de Vitoria, en la que trabaja desde hace 11 años y, en la que desde hace cinco, fundó el Grado en Creación y Narración de Videojuegos, sin dejar de reivindicar esta industria cultural, derribando mitos y prejuicios.
Usos terapéuticos de los videojuegos
Prueba de ello es su tesis doctoral, bautizada como “El impacto de los videojuegos en el estrés”. En su tesis, aborda la falsa creencia de que el uso de estos aumenta los niveles de estrés. Tras años de trabajo e investigación asegura que “los videojuegos disminuyen el estrés en las personas” y pone en valor sus usos terapéuticos. “Cada vez somos más los que investigamos este tipo de temas”, reivindica.
Una realidad que coincide con una de sus pretensiones: “contribuir a dignificar los videojuegos”. Una tarea de la que está plenamente convencido, siendo además partícipe de diversos trabajos en el sector. Colaborar en la Campus Party, en empresas de testeo o haber sido desarrollador de contenidos de ficción en Animatoon, son sólo una pequeña parte del background profesional de Medina, que actualmente compagina con una tarea artística en Morwen, una pequeña productora en la que cine, videojuegos y otras artes y narrativas confluyen.
En esa dualidad es donde el profesor Medina incide, despojando al videojuego de falsos prejuicios que crecen en torno a la desinformación. “Lo desconocido siempre es susceptible de ser culpado. Es sencillo achacar la culpa a algo concreto antes de buscar causas más complejas y menos inmediatas”, opina. “Los videojuegos son un medio de expresión más, al igual que nadie achacaría comportamientos masoquistas como 50 sombras de Grey o a las películas de A todo gas un aumento de accidentes de tráfico”, advierte.
“La clave de la normalización del videojuego y su disfrute responsable está en los gamers que ahora tienen hijos y juegan con ellos”
Pablo Medina, profesor en la Universidad Francisco de Vitoria
De padres gamers a hijos gamers
Para ello se debe trabajar en componentes educacionales y en ‘perder’ el miedo al videojuego. “La clave de la normalización del videojuego y su disfrute responsable está en los gamers que ahora tienen hijos y juegan con ellos”, puntualiza. Generaciones que han crecido en torno a finales de los setenta y los ochenta y que vivieron la proliferación de las primeras videoconsolas. “Si los padres se interesan y comparten este espacio de ocio, el miedo se dispersará”, incide.
Una evolución que además se puede trasladar a las aulas, poniendo en valor los Serious Games y propuestas gamificadoras, en las que el videojuego gana posiciones como aliado potencial. “El cerebro está construido para aprender jugando y los niños adoran el juego, no por su componente lúdico, sino porque disfrutan aprendiendo cosas nuevas”, aclara. Razones por las que, en su opinión, “los niños se cansan de los juegos que conocen y han superado”.
“El cerebro está construido para aprender jugando y los niños adoran el juego, no por su componente lúdico, sino porque disfrutan aprendiendo cosas nuevas”
Pablo Medina, profesor en la Universidad Francisco de Vitoria
Esto abre un abanico de posibilidades del que pueden beneficiarse en edades tempranas y a medida que el estudiante se desarrolla y madura. De esa madurez y de la traslación del espacio videojuego-hogar, también habla Pablo Medina, dejando clara la participación de los progenitores en el ocio casero. “Los padres deben participar de la vida de sus hijos y la supervisión de los padres se aplica de forma natural en todas las facetas del niño”, considera. “La supervisión es más eficaz cuanta más información se tiene del tema. Si elegimos un colegio lo hacemos investigando el entorno y comprobando que cada elemento de esa realidad sea de nuestro agrado; o, si vamos al cine investigaremos la película para que el contenido sea adecuado”, ejemplifica.
Una industria con proyección de futuro
Una demostración de que el acercamiento intergeneracional, sin ser novedoso, es uno de los pilares con los que construir una relación entre padres e hijos que no deje de lado aspectos culturales que son importantes para los menores. Una barrera que se ha ido venciendo con la “desaparición del mito sobre la ‘maldad’ de los videojuegos como medios de expresión”. Para matizarlo: “los padres introducen ahora a los niños en el mundo de los videojuegos igual que a nosotros nos introducían nuestros padres en el mundo del cine”.
Se produce así un cambio de paradigma que también tiene mucho de cultural con un componente económico detrás. Se infravalora aún al sector del videojuego, perdiendo de vista la importancia económica que tiene. Las cifras hablan por sí solas y es que sólo en 2018 se movieron en Estados Unidos cantidades por valor de 43.000 millones de dólares. Una cifra muy superior a la que se generó en las taquillas de cine de todo el mundo en el mismo período.
Desde su posición, Pablo Medina reivindica la posición de la UFV como universidad pionera en el desarrollo de videojuegos. “Nuestra idea era ofrecer el Grado que todos hubiéramos querido estudiar”, manifiesta, ya que en él se tocan las grandes columnas del videojuego. “Se trabaja el diseño narrativo, el diseño de mecánicas, la programación y el arte, capacitando a los alumnos para trabajar en cualquiera de ellas”, comenta con orgullo. La prueba está en que en 2018 se graduó la primera promoción de esta prometedora carrera que permite el desarrollo profesional de una industria al alza.