Hacer la vida de los pacientes con parálisis cerebral más fácil es desde hace años uno de los objetivos del doctor en fisioterapia Sergio Lerma. Lerma, decano de la facultad de Ciencias de la Salud del CSEU La Salle e investigador de la Fundación de Investigación Biomédica del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, ha consagrado la mayor parte de su carrera al trabajo sobre nuevas estrategias de manejo de las alteraciones del movimiento.
Parte de este camino propició la aparición de la plataforma robótica CPWalker, destinada a mejorar la capacidad de movimiento de los niños con problemas neurológicos. Dentro de este proceso, en colaboración con el CSIC, surge el proyecto ENLAZA, un sensor comercializado por Werium Solutions que interactúa con un videojuego con una finalidad: reducir la espasticidad, que es la alteración en el sistema nervioso central que imposibilita o dificulta el movimiento de los músculos afectados.
Mediante ENLAZA, se han obtenido prometedores resultados en los cuales los niños, mediante este sensor, controlan algunos sencillos videojuegos. Gracias a esto, se promueve una mayor capacidad del niño para aprender el movimiento y evitando que la espasticidad genera limitaciones. “La espasticidad es un síndrome que altera la forma en la que el niño siente, se mueve y por tanto en la forma que desarrolla su aprendizaje motor”, asegura Sergio Lerma. Aunque incurable a día de hoy, el trabajo del doctor Lerma es procurar que la espasticidad tenga el menor efecto negativo en los pacientes.
“Lo que nos gusta y nos divierte es mucho más eficaz para generar aprendizaje”
Sergio Lerma, decano de la facultad de Ciencias de la Salud del CSEU La Salle
Así se entiende también la buena acogida de las primeras pruebas con ENLAZA. “No poder controlar la cabeza tiene un impacto muy importante en la calidad de vida del niño”, afirma Lerma. Por eso, a través de ENLAZA, se mejoró la participación del niño y el control de éste sobre la columna cervical, creando una estrategia motivadora para que los mejores pudieran hacer algo diferente.
“Lo que nos gusta y nos divierte es mucho más eficaz para generar aprendizaje”, sostiene el especialista. Los primeros resultados, muy halagüeños, sorprendieron incluso a los facultativos. “Los niños pedían a sus padres que les trajeran a jugar y eso nos daba confianza para seguir avanzando”, reconoce Sergio Lerma. Aunque aún se trata de un estudio piloto, las pruebas obtenidas hasta el momento amplían las posibilidades de uso de ENLAZA y los videojuegos como complemento terapéutico para mejorar el control del cuello.
Un comienzo esperanzador en el que la edad juega un papel importante, aunque, como asegura Lerma, “tenemos una enorme cantidad de factores sensitivos, cognitivos y motores que condicionan la intervención”. Ésa es la razón por la que se colocó el sensor en la cabeza y por la que los menores exploraran por sí mismos la mejor estrategia para manejar el videojuego. Aunque siempre con la ayuda del fisioterapeuta, agrega Sergio Lerma.
Ante este panorama se abren dos nuevas vías. La primera es ampliar la fase experimental con nuevos juegos, mejor diseñados, que extiendan a un grupo más grande de niños. En este paso es fundamental, reconoce el doctor Lerma, que el principal medio de aprendizaje motor de los niños es el juego, por eso se plantea que usen estos dispositivos como juguete.
De ahí se crearía el segundo camino: sacar el sistema ENLAZA del medio hospitalario. Extender a centros educativos o a otros entornos puede favorecer que los niños jueguen más tranquilos y motivados. “Proponemos entregar varios dispositivos a familias para que los usen en casa. Las normas a seguir son pocas y seguramente en este entorno se pueda ver una altísima eficacia de esta intervención”, responde con optimismo el doctor Lerma.
Todo ello forma parte de una misma estrategia en la que los videojuegos o la realidad virtual permiten aprovechar mejor la capacidad cerebral de los pacientes. “La estimulación de los sistemas de neuronas en espejo y la imaginación de acciones son claves que la neurociencia nos dice que debemos tener en cuenta”, refrenda el decano de Ciencias de la Salud de CSEU La Salle. Un proyecto que además puede dar un salto también más allá de los niños.
“La promoción del movimiento voluntario es buena a cualquier edad”, incide Lerma. “Sorprender al adulto con juegos que le diviertan y le vuelvan a hacer ser imaginativo y creativo puede ser de gran interés en el manejo de ciertos problemas neurológicos”, asegura. La única diferencia, como el propio doctor ilustra, es que el potencial de los niños hacia los cambios es mayor que el de los adultos y que estos necesitarían de intervenciones más largas y quizá se obtengan resultados más modestos.
Sin embargo, la puerta a que la tecnología del videojuego y de la realidad virtual entre en los centros sanitarios y permita mejorar la calidad de vida del paciente es, sin atisbo de dudas, un beneficio social que no se debe dejar escapar.