Cuando alguien lee un libro, ve una película o disfruta de una obra de teatro nadie pone en duda que está consumiendo un producto cultural.

Pero, ¿por qué no pasa lo mismo con los videojuegos? ¿Por qué se relacionan a un mero pasatiempo del que poco provecho se puede sacar? El sector pasa por su mejor momento en España y quiere demostrar lo que siempre ha sido, pero que tanto le ha costado evidenciar: un elemento de riqueza cultural.

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