Ecología y diversión a través de los videojuegos

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Nuestra sociedad ha evolucionado mucho en la conquista de derechos en apenas medio siglo. Sin embargo, aún hay una gran “voz”  que no puede defenderse por sí misma. Nos referimos al propio planeta Tierra. Este gran hogar en el que todos convivimos no puede protestar pero sí sufre los excesos que el ser humano lleva a cabo en su superficie.

Sus pobladores, ya sean animales o vegetales, y sus ecosistemas, desde ríos y mares a los polos, pasando por bosques y montañas, sufren las consecuencias que el hombre origina con su actividad y que nos obliga a ser más conscientes que nunca del mundo en el que vivimos, y sobre todo, del mundo que queremos dejar a nuestros hijos.

Precisamente por eso hoy queremos hablaros de videojuegos en los que la ecología juega un papel fundamental, demostrando que esta industria no es ajena a una problemática social que es tarea de todos defender. A través de la involucración de toda la sociedad y poniendo a los niños las herramientas correctas, el mundo del videojuego es una forma didáctica y amena en la cual los más peques de la casa pueden empezar a conocer mejor el mundo que les rodea.

De ello hablamos con Abraham Cózar, CEO de Chibig, que son responsables de la aparición de Deiland. Este videojuego, después de triunfar como app, ha sido replicado a las videonconsolas con la misma fortuna que fue acogido en móviles. “Nosotros creemos en el poder transformador del videojuego. Lo entendemos como un arte y creamos nuestros títulos partiendo de esta premisa” -asegura Cózar- “No buscamos aleccionar, si no conectar con un público que tiene valores similares”.

Un videojuego, en el que también prima el sentido de la responsabilidad y la paciencia, dos componentes básicos a la hora de entender el medio ambiente. “El planeta Deiland pertenece a Arco [el protagonista del juego] y todo lo que suceda en él es responsabilidad suya. Por ejemplo, siempre debes plantar más árboles de los que cortas o agotarás el recurso madera”, recalca Abraham.

Más de tres millones de jugadores entre Deiland y Ankora [otro videojuego de la factoría Chibig] dan la razón a los que creen que en el mundo del videojuego se puede uno divertir al mismo tiempo que aprende o se conciencia. “Para mí la clave de la gamificación es que el jugador la perciba como algo natural, que se creen experiencias donde jugar sea parte del conocimiento”, aclara.

Un desarrollo que además funciona a través de una original narrativa y que el propio Abraham Cózar reconoce como la clave del buen resultado de Deiland. “La narrativa es nuestro valor fundamental incluyendo en ella los gráficos o la música” -nos cuenta- “Nuestros juegos son como leer un cuento, donde hay que meterse en la historia a través de los diálogos”.

Sin embargo, no piensa quedarse sólo en Deiland las aventuras de Chibig dentro de este perfil de juegos ‘ecológicos’. En 2019 verá la luz Summer in Mara, que, bajo una premisa similar, amplia el horizonte entre diversión y concienciación. Con Summer in Mara serán siete los proyectos que Chibig ha lanzado, siempre relacionados con un cierto grado de aprendizaje, sin embargo, ha sido con Deiland cuando se ha posicionado con más firmeza en el mundo del videojuego. “Esta tendencia inicial [el aprendizaje] ha mantenido en nuestros videojuegos posteriores un poso que busca transmitir valores, pero siempre desde el lado del entretenimiento”, comenta Abraham.

Sin embargo, no sólo en nuestras fronteras encontramos juegos o minijuegos en los que la ecología sea la protagonista. Tareas cotidianas como el reciclaje se pueden convertir en un juego de niños con ejemplos  como Recicle City, que enseñará los principios más básicos de la recuperación de residuos. Un pequeño paso en el día a día pero cuando lo multiplicamos por miles de hogares puede ser determinante.

En ese camino en el que todos estamos involucrados también encontramos un gran objetivo a medio plazo: revertir el cambio climático. También el mundo del videojuego se ha involucrado en esta lucha con ejemplos como Clim’Way. Aquí se nos presenta un escenario en el que debemos incrementar el uso de las energías renovables y reducir los gases de efecto invernadero, uno de los principales culpables en la degradación de la capa de ozono.

Estas alteraciones en los ecosistemas siempre acaban condicionando la vida animal y vegetal, muy sensible a estas variaciones. Para aumentar la concienciación social, encontramos videojuegos que organizaciones públicas y privadas desarrollan para reivindicar esta batalla en la que todos estamos inmersos.

Ejemplos como los de la NOAA (Administración Oceánica y Atmosférica Nacional estadounidense) puso en marcha un proyecto en el que incluye varios videojuegos con el que divertirse al mismo tiempo que se aprende. Desde descubrir la vida marina hasta ayudar a las ballenas en sus migraciones, la propuesta nos invita a descubrir por nosotros mismos la importancia que estos animales representan para sus ecosistemas.

También, si prefieres ver el mundo a vista de pájaro, puedes descubrir Mission: Migration, en el que tendrás que encargarte de conseguir que una bandada de pájaros complete su migración. Para ello tendrás que enfrentarte a tareas como evitar tormentas, aviones o encontrar el lugar ideal para aterrizar.

Enseñar, conocer y proteger son tres valores que todos debemos tener en común y que podemos disfrutar desde el mundo de los videojuegos. Más opciones las encontramos por ejemplo en los minijuegos que la NASA ofrece desde su página web. Más de 30 tareas con las que comprender lo que allí se realiza y cuál es la importancia de que la conquista del espacio sea lo menos invasiva posible. O la apuesta por el desarrollo de videojuegos educativos de National Geographic, que nos hace partícipes de diferentes tareas. Desde proteger impresionantes espacios naturales hasta identificar diferentes especies animales, opciones  que ayudarán a que mayores y pequeños aumentemos nuestro conocimiento de este gran hogar al que todos llamamos planeta Tierra.