Los tiempos han cambiado y la mentalidad del siglo XXI ya es consciente de que los videojuegos, aparte de ser un hobbie, pueden ser una buena forma de convertir tu pasión en un auténtico trabajo. De esta evolución, ligada a las videoconsolas y a los ordenadores, nacen multitud de oportunidades que este sector, en constante crecimiento, brinda a todos sus seguidores.
Los niños ya no quieren ser sólo médicos, astronautas o futbolistas. Las nuevas tecnologías que tenemos al alcance de la mano han abierto un abanico impresionante de posibilidades que estimulan la creatividad. De esta forma, videojuegos, aplicaciones o las últimas innovaciones de realidad virtual abren una puerta al mundo laboral para miles de jóvenes que descubren su vocación a través de un mando.
Simplificar el universo gamer a frases tan manidas como “juegos” es un error, sobre todo cuando tenemos en cuenta que esta industria mueve más de 100.000 millones de dólares al año, o que emplea, por poner otro ejemplo, a más de 250.000 personas sólo en Estados Unidos.
En esa ventana que se abre a cientos de jóvenes que buscan una profesión, el mundo gamer posibilita un impresionante rango de trabajos relacionados, de manera directa o indirecta, con los videojuegos. Desde los puestos más creativos, como pueden ser los de guionista –fundamental para escribir las tramas, los diálogos y las dinámicas-, el de artista visual –responsable de crear las figuras-, o los game designer, encargados del desarrollo general del juego.
Ellos son la parte “visual” de cualquier juego pero este necesita, utilizando una metáfora automovilística, un motor. Si los diseñadores se responsabilizan del exterior, los programadores serán los que pongan la máquina a punto. Programar en diferentes lenguajes de computación es una de las herramientas que está poniendo en valor a la generación Z, nacidos entre 1995 y 2010, y que además de los idiomas tradicionales, empiezan a “hablar” C++, Java, CSS3 o SQL, con los que mover los videojuegos del futuro pero también entrar en muchas otras profesiones.
De ahí el salto nos lleva los últimos escalones de la profesión, como los probadores de videojuegos. Cualidades excepcionales y la oportunidad de haber visto este hueco en el mercado han permitido que exista una gran demanda de estos profesionales, capacitados para valorar las novedades que las compañías crean, y que actúan como filtro de calidad dentro de la industria.
Ellos son la antesala del último trabajo, el de jugador profesional. Disfrutar, hacer disfrutar y ver recompensado ese esfuerzo a través de plataformas como Twitch o con los eSports son el peldaño final de una industria que ha llegado para quedarse. El resultado de una transformación social que comenzó en pequeñas pantallas y que ahora se convierte en la forma de vida de miles de personas.