Aunque el término gamificación suene a tecnicismo de la última década, la realidad es que el ser humano lo lleva utilizando desde hace tiempos inmemoriales. Gamificar no es otra cosa que, mediante un juego, realizar técnicas de aprendizaje, no necesariamente en términos educativos o educacionales.
Al igual que ocurre con una novela, con una pintura o con una película, los videojuegos nos cuentan una historia que despierta nuestras emociones. Y es que el videojuego es un producto que fomenta la creatividad, proporciona entretenimiento y diversión, contribuye al desarrollo tecnológico y supone fundamentalmente una formidable plataforma cultural.