Trabajo en equipo, liderazgo o competitividad no son valores que uno podría asociar solo al fútbol, al baloncesto o al balonmano, sino que van más allá de este ámbito. Los esports, en este caso, no son una excepción y así lo demuestra el proyecto Brain Gamer, llevado a cabo por la Cátedra de eSports de la Universidad de Málaga (la primera de España), que ha monitorizado al equipo de League of Legends de los Vodafone Giants.
De ello nos hablan los doctores Manuel Jiménez, profesor del Departamento de Didáctica y Organización escolar, además de codirector de la cátedra, y Manuel Fernández, experto en psicofisiología y profesor en la Universidad Internacional de La Rioja en Didáctica de la Educación Física y en el departamento de Psicología de la Educación y Psicobiología, que han desarrollado este proyecto conjunto entre ambas universidades.
Ambos han formado parte del desarrollo de Brain Gamer, un proyecto que “nace como respuesta al interés de la cátedra en conocer mejor la realidad de la competición de los esports”, cuenta Manuel Fernández.
Se abría así un proyecto con tres frentes diferentes: “el estudio de la respuesta psicofisiológica, el análisis del muestreo de la actividad del jugador en competición real, y el estudio con resonancia magnética entre jugadores profesionales comparados con no gamers”, indica Fernández.
Estudio de los esports
“El cerebro humano no entiende la competición de esports como un tipo de lucha diferente a cualquier otra que sale en las portadas de un periódico deportivo”, asegura Manuel Fernández. Sin embargo, hay un matiz que hace especialmente relevante el estudio de los esports que ver con cómo se práctica este deporte electrónico.
“Los jugadores están quietos, sentados, lo que confiere una valía especial para incorporar elementos de medida que en otros deportes habría que trasladar al laboratorio”, comenta. Esa realidad es la que permite el análisis in situ de los propios resultados.
“Los esports tienen un enorme abanico de espacios y características técnicas distintas, lo que confiere la sospecha de que puedan existir cambios en parámetros físicos o fisiológicos”
Manuel Fernández, experto en psicofisiología y profesor
“Los esports tienen un enorme abanico de espacios y características técnicas distintas, lo que confiere la sospecha de que puedan existir cambios en parámetros físicos o fisiológicos”, argumenta Manuel Fernández.
Experiencias en la competición
Los esports se han convertido en un fenómeno de masas con sus estrellas, sus grandes partidas y sus sesiones de streaming visionadas en todo el mundo por millones de espectadores. Esto ha supuesto un cambio que ha provocado la profesionalización de los jugadores.
Los datos obtenidos llegados a este nivel, dependerán de “la importancia del evento y de la posibilidad de alcanzar un estatus social o un mejor nivel socioeconómico”, indica Manuel Fernández. Es decir, la experiencia en competición marcará los resultados obtenidos. “Los jugadores profesionales están acostumbrados a ganar y perder, a asumir las derrotas y a trabajar para fortalecer sus capacidades”, explica.
Esports: trabajo en equipo
Tener un teclado o un mando en la mano y depender de tu monitor no significa que estés jugando solo, o que no tengas un equipo. La evolución de los esports y la proliferación del juego online ha puesto sobre la mesa una nueva realidad, que acaba con el falso tabú del aislamiento que pudieran provocar los videojuegos: el juego en equipo es una de las claves para triunfar en los esports, y eso se fomenta a través de la socialización y de la empatía.
“Los resultados han hablado por sí mismos y la cohesión del equipo ha sido notable y en los momentos más difíciles los jugadores salían a apoyar explicítamente a sus compañeros menos afortunados”
Manuel Fernández
De ello también habla Manuel Fernández, tras desarrollar este año un programa de mejora del rendimiento de esports: “Hemos cubierto varios frentes: físico, psicológico, neuroendocrino e incluso dietético”, explica. En sus palabras, “los resultados han hablado por sí mismos y la cohesión del equipo ha sido notable y en los momentos más difíciles los jugadores salían a apoyar explicítamente a sus compañeros menos afortunados”, comenta.
Para llegar a todas estas valoraciones, se ha desarrollado un minucioso trabajo de campo en el que se han medido una infinidad de parámetros con diseños experimentales de máxima calidad. “Desde ensayos clínicos, frecuencia cardíaca, monitorización del sueño, brain mapping hasta el estudio de imágenes del cerebro en plena actividad neuronal”, asegura Manuel Fernández. Un auténtico libro abierto sobre cómo reacciona el cerebro de un profesional de los esports.
Abrir paso a los esports en las aulas
Estas tareas, auspiciadas por la Cátedra de esports de la Universidad de Málaga, cobran especial relevancia cuando hablamos sobre todo de una universidad pública. “El sector de la formación en esports, así como sus investigaciones, en espacios institucionales es crucial para el desarrollo del sector”, cuenta Manuel Jiménez, codirector de la cátedra. Aunque aún no se imparten clases desde la cátedra, se están estudiando posibilidades formativas de cara a nuevos tramos. “Lo que sí tenemos son estudiantes que realizan su trabajo fin de máster o de grado bajo el amparo de la cátedra”, reivindica. “Las áreas son de muy diversa índole: turismo, marketing digital, ingeniería industrial…”, enumera. Un futuro prometedor para un campo de ocio con mucho por demostrar.