La paternidad le abrió los ojos a Chema Juárez cuando tuvo a su hija Nora. Hasta entonces, este creativo y programador había consagrado su trabajo a agencias de publicidad, en las que desarrollaba webs, apps y juegos para algunas de las empresas más potentes del país. Un chip que cambió cuando Nora llegó a su vida, haciéndole buscar nuevos ejemplos que encajaran con los valores de crianza natural que él sigue.
Así surgió la ‘segunda’ Nora, la protagonista de Tiny Trees, una aventura transmedia presente en ebook, videojuego y cuento, desarrollada por Tiny Cosmonauts. En él, Nora guía los pasos a niños de entre 2 y 6 años en un idioma lúdico de cómo cuidar y alimentar a una planta e interactuar con el ecosistema.
Lo rupturista en Tiny Trees, más allá del mensaje, viene en la diversificación de plataformas en las que es accesible, apostando a partes iguales por diferentes soportes en los que lo digital convive con lo analógico. “Unimos todas estas plataformas con una misma narrativa provocamos experiencias mucho más profundas y enriquecedoras”, asegura Chema, apartando el mantra de que los niños no son sólo nativos digitales.
Lo que es inherente a la propia infancia es aprender jugando, obteniendo de este comportamiento lúdico la propia motivación del juego, sin necesidad de impulsos externos. “El juego no necesita de energía extra para lograr un aprendizaje efectivo, simplemente se produce a través del disfrute y la repetición”, afirma el desarrollador de Tiny Trees.
Concienciar a los más pequeños en conductas sostenibles
Un sistema que, a través de la educación, permite concienciar a los más pequeños en conductas sostenibles y en otros valores como la no violencia o la igualdad de género. “También me di cuenta de que la mayoría de juegos estaban protagonizados por el género masculino y que a mi hija le costaba identificarse con ellos, por lo que me sentí seducido por crear este tipo de contenidos”, sostiene Chema.
De ahí también el interés por diversificar la forma de narrar Tiny Trees, sin dejar de lado los soportes tradicionales, pero incidiendo también en las ventajas que el mundo del videojuego y la interacción con él ofrecen. En el caso del videojuego se permite una mayor inmersión en la historia, haciendo partícipe al espectador y convirtiéndose en conductor de los acontecimientos. Una sinergia positiva que se retroalimenta de algo tan elemental como que los niños descubran el tacto y el olor del papel en el cuento; o las posibilidades multimedia de sonido y vídeo que el ebook ofrece. Todo ello para crear una experiencia en la que sumergirse en un mundo que reúne educación y diversión y que ha tenido un gran éxito a nivel app. De hecho, la propia Apple la convirtió en una de sus destacadas en la AppleStore y varias publicaciones especializadas también las incluyeron entre estas destacadas.
Parte de su éxito, además de en su propuesta ecológica y didáctica, se encuentra también en la forma en la que Tiny Cosmonauts ha diseñado el videojuego, haciéndolo integrador y sutil. “Creemos que los niños ya tienen bastantes estímulos durante el día, por eso queríamos que Tiny Trees pudiese utilizarse en la cama, al igual que un cuento”, explica Chema Juárez. Razón por la que la penúltima pantalla es un juego musical en el que se canta una nana con la que los niños pueden ir aflojando el ritmo. Perfecto para desterrar la idea de que los videojuegos sólo pueden vivir de sobreestimulación y contrastes.
El conjunto que Tiny Trees, además, se ve reforzado por la sinceridad del feedback que los niños ofrecen, por lo que es más fácil apreciar lo que gusta. “Se aprende mucho viéndoles jugar y siempre nos dan pie a implementar nuevas funcionalidades y mecánicas. Son más despiertos que los adultos y resuelven problemas más rápido que nosotros”, asegura Chema.
“Con los videojuegos tenemos la capacidad de incidir en todos estos aspectos, creando experiencias capaces de contar historias llenas de valores, conocimientos e información cultural”
Chema Juárez
Todo ello desarrollado sobre un entorno multidisciplinar de convivencia, precisamente los mismos valores que propugnan desde Tiny Cosmonauts, basándose en los métodos educativos Montessori, que han encontrado en el lenguaje divertido de los videojuegos un gran aliado con el que complementar el aprendizaje y la enseñanza de valores sociales. “Con los videojuegos tenemos la capacidad de incidir en todos estos aspectos, creando experiencias capaces de contar historias llenas de valores, conocimientos e información cultural”, nos cuenta este creativo y programador que ya tiene nuevas ideas en mente.
“Es probable que en breve desarrollemos una skill muy divertida para Alexa y que saquemos una versión más adulta de Tiny Swipers, nuestro juego narrativo para hacer storytelling”, concluye Chema Juárez.